viernes, 20 de mayo de 2011

Si al final es el mal el que triunfa

Ya sea una forma de divertimento o una práctica destructiva, el chismorreo nos da información sobre otras personas, pero no es lo mismo que nos describan a alguien como un dechado de virtudes que lo pongan... a “parir”. Investigadores norteamericanos han estudiado cómo nuestros cerebros reaccionan al cotilleo y resulta que, inconscientemente, prestamos más atención a la cara de una persona sobre la que hemos escuchado cosas negativas. No me pongo yo ahora a decir la lista de personas con la que he podido experimentarlo porque si no terminamos, pero demuestra que es verdad. La investigación aparece publicada en Science.
El equipo, liderado por Eric Anderson, de la Universidad Northeastern en Boston, diseñó sus experimentos en torno a un fenómeno denominado rivalidad binocular, un fenómeno de la percepción visual en el que el individuo alterna entre diferentes imágenes presentadas a cada ojo. Cuando una imagen se presenta ante un ojo y otra imagen muy diferente se muestra al otro, en lugar de que las dos imágenes se superpongan, una de ellas se ve durante unos instantes, luego la otra y así sucesivamente durante el tiempo que cada cual le dedique. Pero la cantidad de tiempo que registramos cada imagen no se encuentra bajo el control consciente del espectador.
Primero, los investigadores mostraron a los voluntarios fotos de caras mientras describían hipotéticas características del personaje. Unas eran negativas, como, por ejemplo, «tiró una silla a su compañero de clase»; otras, positivas, como ayudar a una anciana con su compra, y otras, en cambio, no tenían ninguna consecuencia moral, como correr las cortinas de una habitación. Con la ayuda de un estereoscopio de espejo, los científicos comprobaron que los voluntarios miraban durante más tiempo las fotos de los rostros asociados con un chismorreo negativo.
Los autores señalan que las caras eran muy similares, a fin de evitar la posibilidad de que los voluntarios respondieran a las diferentes características físicas de los rostros. «En suma, escuchar que una persona ha robado, mentido o engañado, hace que sea más probable que se le observe durante más tiempo», concluyen los científicos. Quizás ahí resida el atractivo de los malos, que nos fijamos más en ellos. ¿Quién nunca se fijó en el Joker, Mario Casas, o  en Scar? Y de allí que nunca se halla visto atracción alguna en el malo de Sleepy Hollow. No tenía cabeza en la que fijarnos.
 Produce cierta atracción su locura hacia los hombres fuera de su cordura.
 De un modo que no llego a entender, más que repulsión, produce atracción hacia las personas del sexo femenino.
 ¿Y éste? Éste no atrae a nadie. Lo más atractivo que puede tener es su caballo. No cabeza a la que mirar, no opinión atractiva. Así de fácil.

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