martes, 5 de abril de 2011

¿Hulk era real o puede ser real?

Yo también quería ser como Hulk, hasta que pensé, y gracias  a Dios que lo hice, porque ni me imagino lo que dolería meter la cabeza en un colisonador de hadrones. Pues, como diría Chiquito de la Calzada, una gran "pupita máxima". Que se lo digan a Anatoli Bugorski, un investigador del Institute for High Energy Physics de Protvino que fue el encargado, hace 20 años, de meter las narices dentro de un acelerador de partículas más grande de la época, el Synchrotron U-70. Y cuando decimos las narices, decimos la cabeza entera, pues a Anatoli no se le ocurrió otra cosa que interponer su cara ante el chorro de protones creyendo que había desconectado la máquina al intentar arreglar una avería.
¿Qué vio nuestro amigo dentro del acelerador? Él mismo lo describe como un "flashazo más brillante que mil soles", lo que corresponde a una radiación 500 o 600 veces mayor de la necesaria para matar a una persona. Al sacar la cabeza tenía la parte izquierda de la cara lo suficientemente chamuscada para quedar irreconocible, por lo que fue internado en una clínica moscovita a la espera de una muerte segura en dos o tres semanas.
Se observó en su cuerpo el orificio de salida del chorro atómico a través de su cabeza, lo que literalmente hizo que su cerebro se asara en el interior del cráneo, algo incompatible con el hecho de continuar su carrera como científico. Sin embargo, y a pesar de la fecha de caducidad que le habían impuesto, Anatoli Burgorski resistió la embestida del rayo purificador hasta hoy.
Aunque no salió de rositas. A los dos años del incidente se le paralizaron todos los nervios de la parte izquierda de la cara. Y hoy, 19 años después, dicha parte se sigue conservando incorrupta, como si no hubiera envejecido por el paso del tiempo.
Que luego digan de momias y todas esas cosas. Sólo tienes que sufrir un poco de radioactividad y serás eternamente joeven, aunque sólo sea por media cara.

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